Por D. Luis Linares Botella
Los cartageneros procesionistas vivimos la Semana Santa todo el año, colaborando con nuestras cofradías y agrupaciones; escribiendo libros y preparando revistas; organizado todo aquello que pueda producir ingresos para el mantenimiento de nuestros desfiles procesionales; preparando innovaciones; participando en las reuniones de nuestras cofradías para hablar del pasado, presente y futuro de nuestras tradiciones; o simplemente escuchando la música de las marchas de procesión.
A Cartagena no se la concebiría sin su Semana Santa, gratísimo legado de nuestros antepasados.
Nuestras procesiones son únicas, toda vez que en ellas los cartageneros ponemos todo nuestro cariño y entusiasmo. Y aún más lo demostramos cuando llega el Miércoles de Ceniza, y con la tradicional Llamada nos echamos a la calle para anunciar a los ciudadanos que un año más se van a celebrar desfiles procesionales.
Cuando llegue la Semana Grande Pasión las calles se llenarán de niños, jóvenes y veteranos penitentes que con sus ricos y variados vestuarios, de rasos y terciopelos bordados, pasearán impacientes por la llegada de la hora de entrar a la iglesia.
La salida es impresionante, sobre todo para el penitente que lo hacer por vez primera. Suena la música y, todos a una, capitaneados por el estandarte, su guía, caminan hacia las anchas puertas de Santa María, donde el numeroso público espera impaciente para contemplar el espléndido desfile penitencial.
Si el penitente es novato, estará nervioso aunque atento a las señales de su estandarte y hermanos vara. Y si es veterano, sonreirá al escuchar con emoción las notas de las marchas. Una vez adaptados a la distancia y alineación, comenzará su rezo penitencial.
Los desfiles pasionarios cartageneros son de una magnitud grandiosa. El actual orden y disciplina se debe principalmente a los sanjuanistas marrajos y californios, toda vez que los componentes de esos entusiastas tercios fueron los primeros en introducir esos conceptos.
Jóvenes procesionistas: continuad colaborando con vuestras cofradías y agrupaciones. Los que ya somos mayores nos hemos entregado en cuerpo y alma durante toda la vida. Estas entrañables tradiciones no pueden ni deben perderse en el olvido. En vosotros, la nueva savia, está la continuación y el porvenir de nuestra Semana Santa, nuestra Semana Mayor. No abandonad vuestro cristianismo ni el noble quehacer procesionil.
Cuando los cofrades mayores, vuestros antecesores, dejemos este valle de lágrimas os estaremos esperando más allá de las estrellas, donde sin duda alguna se habrá fundado ya la nueva y gran cofradía cartagenera, compuesta por todos nuestros antecesores y queridiísimos hermanos que pasaron a mejor vida.
Mientras no llegue ese día, queremos escuchar, además del sonido de las rítmicas olas de nuestro cercano mar, las notas musicales de nuestras sentidas y entrañables marchas. Cada vez que las escuchamos, se nos agranda y enaltece el corazón.
vía La Verdad.