No estamos para tirar 513.000 euros a la basura, ¿verdad que no? Pues eso es lo que ha pasado, más o menos, con la reforestación que se realizó durante el verano de 2010 en las laderas de los montes Fajardo y Galeras (Cartagena). Parece que nada se hizo bien: ni se eligió el momento adecuado (¡a quién se le ocurre plantar árboles en julio!), ni las especies eran las idóneas (hasta mirtos pusieron), ni al parecer se planificó adecuadamente (agujeros en roca viva y escombreras, sin diferenciar la umbría de la solana), ni después hubo un seguimiento de los trabajos (no se regaron los plantones). Resultado: poco más de un año después no sobrevive más de un 10% de los árboles plantados (siendo generosos).
De esta repoblación forestal, con financiación del Plan E, se encargó el Ministerio de Defensa (según acaba de contestar el Ayuntamiento de Cartagena a una pregunta de Izquierda Unida), que encargó los trabajos a la empresa Tragsa, proveedora habitual de este tipo de servicios a la Administración. Los resultados no pueden ser peores: sólo unos pocos pinos carrascos han sido capaces de soportar temperaturas extremas y tantos meses sin caer una gota de agua.
Este fiasco es un clásico de la Administración pública: buenas intenciones pero malos resultados, nulo respeto por el dinero público y descontrol total por parte del organismo responsable. Y en este caso con errores de bulto, como si lo importante fuera ejecutar el presupuesto o trincar la pasta. Quien quiera comprobarlo no tiene más que darse una vuelta por estos montes, que cierran por el oeste la dársena de Cartagena. Una pena.