¿Por qué las operadoras insisten tanto en la venta telefónica? Porque saben que funciona; porque son conscientes de que, por mucho que los clientes se quejen de la molestia de llamadas casi constantes a cualquier hora del día, la realidad es que se consiguen altas, que se logra que un abonado de una compañía rival se cambie o que el usuario propio aumente su factura con un nuevo producto.
Lo mismo sucede con la letra pequeña de las ofertas. ¿Qué sentido tiene que una compañía no diga toda la verdad a sus clientes y que se enfrente a un usuario insatisfecho cuando le toque pagar o sufrir lo que ha firmado sin saber? «Todas las ofertas tienen letra pequeña», reconoce una fuente de una operadora. Y es que al final, añade otra fuente del sector, las operadoras son empresas y tienen que cuadrar sus cuentas por mucho que parezca que están lanzadas a una guerra de precios sin cuartel.
Que haya letra pequeña no implica que la compañía mienta a sus clientes. La mayoría de las veces, las condiciones están incluidas en algún sitio de la publicidad, lo que pasa es que no se destacan y pueden pasar en muchos casos desapercibidas o no estar del todo claras.
Consumo mínimo y cuota
Por ejemplo, un aspecto que causa confusión es la combinación de cuota mensual y consumo mínimo. Es lo que sucede con la nueva tarifa de Movistar de llamadas a seis céntimos el minuto. La cuota mensual es de seis euros, con un consumo mínimo de nueve euros «en el que computa el valor de la cuota», dice el argumentario legal de la oferta. La buena noticia es que eso significa que las dos cifras no se suman. Es decir, el cliente no paga todos los meses seis euros de cuota y nueve de consumo. Sin embargo, tampoco quiere decir que la cuota se diluya en el consumo y pueda compensarse de esa forma. No. Los seis euros se pagan todos los meses al margen de cuánto se use el teléfono y luego quedan solo tres euros más de gasto hasta llegar al mínimo de nueve euros. Si un usuario consume realmente nueve euros de móvil, pagará 15 euros al mes.
Esta política es distinta a la que tienen otras operadoras, donde no hay cuota, sino solo consumo mínimo, así que todo el gasto mensual corresponde a uso de teléfono. Por ejemplo, todas las tarifas de Másmovil, Yoigo y la de cinco céntimos de Jazztel tienen consumo mínimo, pero en ningún caso tienen cuota.
En esta misma tarifa hay otras condiciones a tener en cuenta. En general, se trata de un precio al que pueden acceder todos los clientes, ya vengan de otro operador o sean de la casa. Sin embargo, en algunos casos hay cuotas de por medio.
Contratar la tarifa de seis céntimos por minuto es gratis para los clientes de otros operadores que hagan la portabilidad a Movistar y los que estén en esta compañía con prepago y pasen a contrato. Sin embargo, las nuevas altas que quieran tener esta tarifa tendrán que pagar una cuota de 21 euros (todos los precios están sin IVA) y los que ya sean clientes de Movistar de contrato tendrán que mirar sus condiciones, porque es posible que tengan vigente algún compromiso de permanencia cuya ruptura les ocasione un coste. Además, en Telefónica cambiar de plan tarifario no siempre es gratuito. Se pueden hacer dos al año sin coste y «todos los que impliquen el paso a un contrato de mayor nivel de cuota mensual o consumo mínimo», dice la compañía. Si no es así, hay que pagar seis euros.
No para todos los clientes
Otro aspecto que no siempre está claro es a quién benefician los nuevos lanzamientos. Y normalmente los clientes que ya estén con el operador en cuestión son los últimos de la lista. Eso pasa con la nueva tarifa de Orange de seis céntimos el minuto, la que lanzará el próximo lunes para contrarrestar a Movistar.
En el caso de la filial de France Télécom, esta tarifa está disponible para portabilidades y nuevas altas, pero, en principio, no para los propios clientes, aunque este punto puede revisarse. Además, lleva asociada seis meses de permanencia obligatoria.
Recarga mínima
En el caso de ofertas para clientes de tarjeta, el llamado prepago, un punto que no debe pasarse por alto es la exigencia de recargas mínimas y periódicas para acceder a alguna tarifa concreta.Así sucede con el precio de ocho céntimos por minuto de la tarifa XS 8 de Vodafone. El cliente tiene que realizar una recarga mínima de 10 euros para tener acceso a este precio, que le dura 30 días. Si vuelve a cargar ese importe tras ese plazo, se renueva la oferta. Si no, el precio por minuto sube a 15 céntimos.
Por ese mismo precio de ocho céntimos el minuto, Jazztel ofrece una tarifa a los usuarios de tarjeta que no tiene recarga mínima. Pero si el cliente quiere reducir el precio y pagar sólo cinco céntimos, entonces hay que recargar un mínimo de diez euros al mes.
Cuidado con los SMS
Normalmente, el reclamo de la publicidad suele ser el precio por minuto de las llamadas a móviles. Por eso, hay que comprobar cuánto se va a cobrar por los SMS. La nueva tarifa de Orange es meridiana en este punto: las llamadas son a seis céntimos y los mensajes a móviles, también. Por eso, quizá, el producto se llama Básico 6. Sin embargo, la Tarifa 6 de Movistar da nombre al precio de las llamadas, pero no al de los mensajes, que cuestan 15 céntimos.
Otro caso es el de Yoigo, donde la mayoría de los contratos llevan aparejados SMS a diez céntimos, aunque se pague cuatro céntimos por minuto de llamada.
Bajos precios a cambio de tarifas de datos
Otro reclamo muy usado por las operadoras es resaltar un precio por minuto muy bajo, pero que solo se consigue si se paga un extra por consumo de datos.
Navegación ilimitada. ¿Seguro?
Una de las letras pequeñas más tradicionales en el sector está detrás del asterisco que se pone cuando se anuncian tarifas planas de datos «ilimitadas», la llamada banda ancha móvil. Estos contratos son ilimitados, sí, pero sólo hasta que se llega a un límite, porque casi siempre lo hay. En la mayoría de los casos, lo máximo que se puede conseguir por el precio anunciado es descargar 500 MB, uno o dos gigas con banda ancha real, porque a partir de ahí la velocidad cae en picado.