La primera vez que Bjorn Borg vio a Rafael Nadal sobre una pista de tenis fue en 2003, durante los cuartos de final del torneo de Bastad ante Nicolás Lapentti. Tenía 17 años recién cumplidos y cayó en el ‘tie break’ del tercer set. Para Borg, fue como meterse en el túnel del tiempo. Se vio a sí mismo, “la misma movilidad, la misma energía en el golpeo de la pelota y esos ojos que expresaban su deseo de ser el mejor del mundo”. Ocho años después, ese chico de tenis rudo y algo anárquico acumula las mismas copas de Roland Garros que él contó hace ahora 30 años.
El sexto título en París del prodigio sueco se produjo ante un ‘recién nacido’ Ivan Lendl, en su primera final de Grand Slam. Nadal, por el contrario, lo firma ante el considerado mejor tenista de la Historia. Por eso dice Jim Courier, maestro de ceremonias en la entrega de trofeos, que lo del español tiene más mérito por la mayor exigencia competitiva a la que se ha enfrentado estos años. “En 1981 me encontré a un joven en progresión dotado de una fuerza mental impresionante”, recuerda Borg en una entrevista concedida a ‘L’Equipe’ conducida por el ex futbolista Bixente Lizarazu. “Entre nosotros, el combate existía más en nuestras cabezas que en la raqueta. Una cuestión de paciencia. He jugado contra Connors, McEnroe, contra todo el mundo, pero ninguno con la resistencia mental de Lendl. Finalmente, fui superior en el quinto set, pero desde ese día supe que el checo sería un gran campeón”.
Qué complicado se hacía batir al mejor Borg en un quinto parcial. Eso para quien lograba llegar hasta allí. “Me dejaba sin piernas en cuatro o cinco juegos”, reconoce hoy José Higueras. “Jugábamos puntos largos, pero la velocidad de sus pies y el peso de su bola me derrotaban muy pronto. “Borg dominaba físicamente a sus rivales como lo hace hoy Nadal”, añade Harold Solomon en el ‘New York Times’. El actual número uno del mundo sólo ha perdido tres partidos en el quinto parcial (ante Federer en la final de Miami 2005 y en la de Wimbledon 2007 y ante Hewitt en los octavos de final del Abierto de Australia 2005).
Nadal no sólo es depositario de un corazón más atlético que el resto. De Borg también ha heredado una carga exagerada de ‘topspin’, ese ‘liftado’ que vuelve loco a Federer, aumentado en su caso por los nuevos materiales, los cordajes sintéticos, las raquetas más ligeras. Dicen que sólo Borg podía jugar con aquella Donnay de 420 gramos encordada con 30 kilos de tensión. Nadal suele ponerle 25 kilos y su herramienta pesa unos 110 gramos menos. Con las raquetas de los 70 y primeros 80, el tenista español se rompería la mano si tratara de buscar los mismos efectos. “Mi raqueta era demasiado pesada. Algunos lo intentaron, pero nadie podía jugar con ella”, confirma la leyenda de Sodertalje.
Nadal, suele decir Ion Tiriac, es quien mejor se adaptado a la nueva tecnología y ha cambiado la balística del juego. Sus golpes descubren trayectorias nunca vistas. No es Federer, tenis clásico a velocidad del siglo XXI, pero su aporte al juego trascenderá más que el del suizo, un regalo de despedida para el amante de la vieja escuela.
Nadal, como Borg, confía su carrera a un mismo técnico. Lennart Bergelin fue el Toni Nadal del sueco. Fue quien decidió acertadamente no tocar su revés a dos manos con el que desbordaba a sus oponentes. Nadal, como Borg, los destruye también mentalmente. Su tenacidad, su resistencia mental, también se sitúan a la misma altura.
¿En qué no se distinguen? El sueco apenas manifestaba sus emociones en la pista. Nadal es fuego, Borg era hielo. ‘IceBorg’. Por el bien del tenis, tampoco deberían parecerse en su declive. El de Nadal aún está por revelarse. El de Borg irrumpió súbitamente a los 25. A la final de Roland Garros de 1981 llegó ya saturado de tenis, de viajes, de entrenamientos, de interpretar el papel de primera estrella global del tenis. Harto de todo. “Cuando llegué a París aquel año, estaba seguro al 75% que después del torneo pararía. Ya había hablado con mi entrenador sobre la idea de no jugar nada en 1982. Yo estaba más seguro que Lennart, quien creía que aún podía seguir ganando”, comenta.
“Perdí la ilusión por entrenarme. Para ganar Grand Slams hay que entrenarse muy duro, y yo no deseaba más esta rutina.. Ya no me divertía. Sin placer no se puede seguir ganando. Imposible”, continúa. Borg jugó apenas diez torneos en 1981. Ganó Roland Garros y el Masters y fue finalista del US Open –perdió ante McEntoe su cuarta final del torneo que nunca ganó- y la de Wimbledon, ante el mismo rival, tras cinco años de dominio en Londres.
“Me acuerdo de entrar en la pista sin ganas, hasta el punto de que perder la final de Wimbledon contra McEnroe me era completamente indiferente, por ejemplo. Eso es lo peor que te puede pasar”, añade el escandinavo.
Si bien Nadal ha reconocido en estas semanas cierta fatiga mental, no se intuye de momento un parón. Borg nunca volvió a rendir a alto nivel después de 1981. Nunca triunfó en Nueva York ni Australia, donde y su número de Slams se paró en seco al llegar a 11 –los mismos que Laver y a uno de Roy Emerson, el hombre récord hasta la irrupción de Sampras, justo después del sexto Roland Garros. Nadal ya suma diez y no quiere parar.
Nadal vs Borg
Borg:
– Récord en R. Garros: 49-2 (6 títulos)
– Edad en su primer R. Garros: 18 años, 10 días
– Edad en su sexto R. Garros: 25 años y un día
– Récord sobre tierra batida: 245-39
– Títulos sobre tierra batida: 30
– Total títulos: 64
– Grand Slam: 11
– Edad en su décimo Grand Slam: 24 años, 30 días (Wimbledon 1980)
– Semanas como número 1: 109
– Raqueta: Donnay (420 gramos). Tensión: 30 kg.
Nadal:
– Récord en R. Garros: 45-1 (6 títulos)
– Edad en su primer R. Garros: 19 años, 2 días
– Edad en su sexto R. Garros: 25 años y dos días
– Récord sobre tierra batida: 227-18
– Títulos sobre tierra batida: 32
– Total títulos: 46
– Grand Slam: 10
– Edad en su décimo Grand Slam: 25 años, 2 días (R. Garros 2011)
– Semanas como número 1: 99 (a partir del lunes)
– Raqueta: Babolat (330 gramos). Tensión: 25 kg.
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